El asombrado caballero vio que descendían en un vasto globo parecido a la Tierra, mientras el planeta que habían dejado, era como una grande luna que iluminaba los cielos. A su alrededor vio lagos, ríos, campos, hermosas ciudades y castillos, montañas y selvas; pero todas estas cosas eran distintas de las de la tierra. Luego el santo le condujo a un lugar donde vio la más extraña escena.
En un profundo valle, situado entre montes altísimos, había un inmenso tesoro, compuesto con todo lo que en la Tierra se había desperdiciado. Las horas perdidas, las ocasiones desaprovechadas, los votos quebrantados y las oraciones vanas ofrecidas a Dios, yacían allí para siempre.
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