lunes, 29 de julio de 2019
SHALLOW
El verano no parece momento para lo trascendente. Las profundidades deben limitarse al buceo. Lo más profundo que me viene a la cabeza, es lo efímero de la vida representada por las vacaciones, por lo tanto, toca terminar de disfrutarlas sin más. Ya habrá tiempo para ocuparnos y preocuparnos.
La playa siempre me subió la fiebre, el pleno sol, la plena e interminable arena, la superpoblación en algunos casos y en todos los fines de semana y el mar que aquí ejerce con injusticia un papel secundario. Nunca la playa fue mi referente veraniego. En su caso, me parece más propio un huerto o un jardín, con la exultancia de su flora, el frescor reconfortante de las sombras, sus olores a recién regado como un desayuno de vida intravenosa.
Acuden a mi memoria los sencillos versículos del famoso jardinero Nicolás Persores, que inició sin mucho éxito un tratado de botánica hasta que le distrajo, alrededor del inicio de la segunda estrofa, la belleza de la reina Nutella, que paseaba caprichosa por el jardín.
Evidentemente, el tratado quedó inconcluso.
""-Tratado sobre las flores-:"
Doy comienzo a mi tarea:
Conecto los aspersores
Que esparcen lluvia en colores
Sobre el mirto y la azalea.
(La reina pide una flor)
-“La que usted más bella crea”
-“Sin duda por su frescor
La Alegría de Guinea”.
-“¿Alegrías de Guinea?
Permitidme que las vea
rutilando en el jardín”.
(Alegrías de Guinea
Que el jardinero desea
entregar(se) a vos al fín)
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